REVIEW "Death by Hanging (1968)"· By: Jorge Endrino (Asiateca) -Firma Invitada-

Si algo más hay que decir de Jorge es que es un gran fan del cine clásico y los géneros más puramente asiáticos: Kaiju Eiga, Wuxia, Chanbara, Jidai Geki, Kung fu... y claro está que la firma de hoy viene acompañada con una de esas reviews de una cinta que es historia. Sin más dilación os dejo con sus escritos.
"Decir que Asiateca es una web sobre cine asiático es tan cierto como simplista. Su carácter personal, que salvo colaboraciones -a veces de capital importancia-, compone el aspecto principal de la misma, la convierten en algo más, en la expresión de una afición, de un carácter, de una evolución… la convierten en la visión de su creador, el mismo que os habla -más bien escribe-, y como ha ido afrontando su relación con el séptimo arte. A lo largo de estos 14 años de vida de la web muchas han sido sus mutaciones y cambios de rumbo, si bien siempre con un elemento común, el descubrimiento, no seguir la moda pasajera, no centrarse en lo convencional, en lo efímero. No soy capaz de entender el cine sin ese espíritu inquieto que te lleva a descubrir una cinematografía, un director, un género, un… algo, algo que te haga ver que hay cine más allá de donde pensabas y que puedes adentrarte en el con pasión y sin prejuicios. Eso es simplemente Asiateca, mis años descubriendo cine e intentando compartir lo que descubría con los demás, puro masoquismo divulgativo. Pero no estoy aquí para soltaros ningún discurso, sino para aplicar estas premisas y descubriros -espero que no a todos- una película, y de paso una época muy particular.
Trasladémonos al Japón de la década de 1960, un país que salia de la posguerra hacia la recuperación económica y que por el camino dejaba una juventud con tendencias de izquierdas que quería romper con el pasado y que no veía con buenos ojos el pacto de cooperación entre Japón y Estados Unidos, exigiendo más libertades personales ante el ambiente mundial de la “Guerra Fria”. Activistas de izquierdas, entre los que se encontraba un joven llamado Nagisa Oshima, protestaron ante la primera renovación del tratado en 1960. Finalmente el tratado fue renovado, el incipiente movimiento revolucionario derrotado, pero un nuevo espíritu de agitación radical había sido liberado en el ámbito cultural. Oshima pronto se convertiría en uno de los directores clave de la década en ese ambiente de cine independiente y trasgresor, con una serie de películas que siempre conservarían la capacidad de provocar y sorprender.

Cuando la Art Theatre Guild decidió pasar de la distribución a la producción de cine independiente, la primera película en la que participó plenamente en 1968 fue "Death by Hanging" de Nagisa Oshima, una dura y controvertida película que se basa en un hecho real: En 1958 el joven Ri Chin'u, coreano de segunda generación, nacido en Japón de padres inmigrantes de clase muy baja, fue detenido por la violación y el asesinato de dos jóvenes japonesas. No solo confesó sus crímenes, sino que escribió sobre ellos con gran detalle en una serie de cartas que serian recopiladas y publicadas, creando un gran revuelo. A pesar de su clase social, estas cartas denotaban que el joven era inteligente y versado. El propio Oshima llego a decir de él que “era el joven más inteligente y sensible producido por el Japón de la posguerra” y que su prosa “debería incluirse en los libros de texto de la escuela secundaria”. Por supuesto estas afirmaciones trascendían los hechos y se basaban en algo más.

Continuidad de carácter y narrativa, lógica espacial y temporal: todo se socava sistemáticamente cuando Oshima mezcla polémica política, efectos de alienación cómica, parábola kafkiana y un ataque surrealista a la percepción. Los carceleros intentan hacer recordar a R para así poder colgarlo de nuevo, y para ello recuren a narrar su pasado, contextualizar su situación racial e interpretar los propios asesinatos, todo ello sin salir de la sala de ejecuciones y ante la presencia de un fiscal, que representa a la nación, que ni siquiera mira lo que está pasando, solo pierde la mirada al frente como si fuera una estatua -generalmente con la bandera de japón de fondo- en una imagen extrañamente cómica. Toda su primera parte es de una comicidad incomoda y surrealista, mezclando poco a poco la realidad con la imaginación de los intentos por hacer recordar a R: la sala de ejecuciones se transforma en la casa del joven, en la calle donde paseaba, en el colegio donde cometió uno de los asesinatos. Los propios guardias parecen alienarse hasta entrar en esa misma ensoñación y la cosa deja de tener gracia, pierde su vertiente cómica en un ambiente enrarecido y crudo.

“- ¿Es un error asesinar?
- Sí, es un error.
- Entonces matarme es un error ¿no es así?”
Este áspero alegato no solo está destinado a remover conciencias sobre de la pena de muerte, sino sobre el racismo imperante en aquellos años y la futilidad del sentimiento nacional, sea cual fuere su origen. Temas muy presentes en nuestro mundo actual, más de 50 años después de su estreno.
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